Cultura

Entretextos. Literatura de acá: Poemas de Agustín Mazzini

Agustín Mazzini (Buenos Aires, 1993), miembro del Taller de Corte y Corrección de 2013 a 2016, ha publicado, los libros de poesía El cielo no termina de quemarse (suri porfiado, Buenos Aires, 2017), Poemas de Rue Parthenais (Difácil, Valladolid, 2021), El perfume de la flor tatuada (Eolas Ediciones, León, 2022) y los volúmenes Su corazón una moneda (Aguacero Ediciones, Tucumán, 2021) y Las edades de la lluvia (Pinap Editora, Buenos Aires, 2024). Ha recibido, entre otros, el Premio Nacional “Bustriazo Ortiz” Para Jóvenes Poetas, el XIX Premio Internacional de Poesía Joven “Martín García Ramos” y el III Premio Fundación MonteLeón de Poesía Joven.

 

Bestias de la poesía II (La poesía es un fantasma solitario)

Con su máscara de canción,

su disfraz de grafiti,

sus sílabas de rap,

ella camina

por las pupilas del mundo.

Y aun así

el mundo no la reconoce.

De El cielo no termina de quemarse

(suri porfiado, Buenos Aires, 2017)

***

XX

Hombres podridos llevan flores del color de mi alma

y una lágrima a latir debajo de puentes atiborrados de suicidas y pordioseros.

Entre papeles quemados viven, buscando el silencio de una fruta

cuando la tristeza y la poesía se unen para mirarlos a los ojos.

Pregunten a los moribundos su nombre para oír los suyos;

contestarán viejos fantasmas y texturas caídas a pedazos.

Hombres podridos se pierden, con los ojos vendados,

en quirófanos por donde pasa un río que transporta abandono

y plumas muertas que caen encima del porvenir.

Cruzan las ventanas extraídas de una mujer desnuda

y de este lado golpean campanas que suenan en el infierno.

De El perfume de la flor tatuada

(Eolas ediciones, León, 2022 y Pinap Editora, Buenos Aires, 2024)

***

(a mi madre)

Los últimos caballos de la niebla relinchan, galopan, amor, tu vida tiene alas.

Este es el retrato de una mujer de trigo con ojos de paloma.

Cuando todo se consuma entre las formas de la luz, se agruparán manadas resplandecientes y hallaremos la claridad de los bosques recorridos.

***

Soy polvo en el festín de las pieles rotas,

me alimento de distancias sin sonido,

pertenezco a la parte sucia de la sangre,

a manojos de arcilla en proceso de derrumbe,

y mi ser de esencia caída

deja un reguero de jeringas y palomas huecas

al atravesar los muebles de mi casa.

Será tal vez por el ladrido de las gárgolas

que miran las alcantarillas desde los tejados.

O por el óleo secreto del agua que nunca duerme.

O por el diminuto niño azul

que deambula entre los valles de la noche.

Esta correntada se ha llevado los pesebres,

vaciado mi tabaco,

es un sentimiento oscuro que me respira, me supura

hasta la parálisis, hasta las raíces.

***

Niño,

difícil es contar la historia de la noche.

Grandes cadenas en el tiempo murmuran

y hay que reconstruir el camino lejos de cualquier atisbo de cadáver.

Noviembre en tu ajada voz al decir.

Martes en ese vacío pedernal.

Niño,

doloroso será oírte:

los días son trajes interminables hechos para cuerpos equivocados.

Con plegarias sinceras

sé que contarás, como puedas, la historia de la noche.

El resto somos muy caballo para escucharte.

Somos muy nieve en la palma de nuestros soles.

Niño,

no te enojes si me río de tus desafinadas lluvias;

te miro

y veo un abecedario sin viento,

la astilla de un árbol que no aprendió a morir,

un ramo de respuestas sin preguntas.

Balbuceame, de todas formas, esa historia:

mentí:

decí que hiciste un muro perdido con pocas lágrimas,

gritá que tus huellas crecen dando gritos sordos

con los que hacés temblar cada filo de la tierra

a la hora en que las ciudades arrojan sus ruidos,

en que tambalean las agujas

y los aromas, replegados, levantan tu opaco rostro.

Niño,

un delirio de luces febriles entra a tu sangre

para que te dediques al cráneo y me cuentes

que te repetís en el barro aunque sos arena,

te reiterás en el corazón a pesar de ser ceniza.

Ya una procesión de mujeres veladas

da vueltas por angustias y estímulos,

hay por cada relámpago un cielo diferente.

Buscate al principio de la escarcha.

Niño,

algo de todo lo que nombres hará su trabajo

de nombrarte.

De Los últimos caballos de la niebla

(inédito)

Biografía

Agustín Mazzini (Buenos Aires, 1993), miembro del Taller de Corte y Corrección de 2013 a 2016, ha publicado, los libros de poesía El cielo no termina de quemarse (suri porfiado, Buenos Aires, 2017), Poemas de Rue Parthenais (Difácil, Valladolid, 2021), El perfume de la flor tatuada (Eolas Ediciones, León, 2022) y los volúmenes Su corazón una moneda (Aguacero Ediciones, Tucumán, 2021) y Las edades de la lluvia (Pinap Editora, Buenos Aires, 2024). Ha recibido, entre otros, el Premio Nacional “Bustriazo Ortiz” Para Jóvenes Poetas, el XIX Premio Internacional de Poesía Joven “Martín García Ramos” y el III Premio Fundación MonteLeón de Poesía Joven. Finalista del I Premio Hispanomericano de Poesía “Francisco Ruiz Udiel”. Fue becado por el Ministerio de Cultura argentino en convenio con el Conseil des Artts et des Lettres du Québec para una residencia de creación en Montreal. Condujo el programa online de poesía “Puentes de papel” y ha ofrecido conferencias sobre poesía y participado de festivales nacionales e internacionales.

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